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Guerras ajenas en tiempos de Uranio


(*) Por Fran Laiseca y Beli Sangiorgio 

Cuando la luz roja se apagó, Horacio Macedo dijo lo más importante de los cincuenta minutos que llevábamos hablando: “Con la explotación iraní de Uranio en Bolivia, Latinoamérica dejará de ser una región de paz”. El grabador estaba en off, y frente a dos cronistas de uno de los diarios más importantes de la región de frontera, las palabras hicieron eco en un salón de reuniones atiborrado de soledad. La soledad del poder. Abandonamos el playón de estacionamiento del ejecutivo provincial salteño. Atrás quedó la oficina del ministro de Gobierno, Julio César Loutaif, donde estuvimos hora y media entrevistando a Macedo, un tipo que no parecía una personalidad destacada. Abandonamos el franqueo de las rejas que resguardan frases de esta magnitud. Pero ¿quién había gatillado esa lengua que nos advierte acerca de un nudo de conflicto nuclear mundial, encadenado justo en nuestro territorio?

“Con la explotación iraní de Uranio en Bolivia, Latinoamérica dejará de ser una región de paz”

Horacio Macedo fue embajador argentino en Bolivia desde 2003 hasta diciembre pasado. Hombre cercano a Néstor Kirchner y Cristina Fernández. Interlocutor en tierras de Evo y por consecuencia actor de las relaciones con el gobierno, por ejemplo, de Hugo Chávez. Dijo que Morales es el único capaz de garantizar el proceso re-fundacional de Bolivia; habló de los inmigrantes, de la justicia originaria, del narcotráfico. Se vanaglorió con las distinciones que le otorgaron durante su gestión. Lo importante es la frase y la capacidad de comprender su clara perspectiva de referente regional al mismo tiempo que su insignificante rol, si se lo compara con hombres al estilo Barack Obama o el presidente Iraní Mahmud Ahmadinejad.

Se escuchan truenos

 La profecía de una tercera guerra mundial dejó de ser tal. Perdió todo carácter esotérico y eso de que “la cuarta será con palos y piedras” lo puede advertir cualquiera que se tome el tiempo necesario para leer los periódicos del mundo.

Los movimientos militarizados de las potencias con los ojos puestos en los recursos estratégicos del nuevo orden global se constituyen en una evidencia que, lejos de predecir un conflicto bélico nuclear y global, lo están anunciando a vivas voces.

Alireza Ghezili es el embajador iraní en Bolivia. Hace algunas semanas, en un cónclave con parlamentarios del oficialista partido MAS (Movimiento al Socialismo), afirmó con respecto a los inicios de explotación de uranio en Latinoamérica que “Irán no tiene intención de usar la energía nuclear con fines bélicos, mucho menos la construcción de una bomba nuclear debido a que esto va en contra de los principios internacionales”.

Pero no dejó a todos tranquilos la manifestación pacifista del embajador iraní. El diputado boliviano por el opositor partido Convergencia Nacional (CN), Tomás Monasterios, aseguró por cuanto medio de comunicación le abrió los micrófonos que no debería existir confianza de parte del gobierno boliviano ante las intenciones del gobierno de Irán.

Las voces del imperio

Arriba, donde América deja de ser latina, todo lo que pasa en los estados sudacas no cae para nada bien. A mediados de febrero pasado hubo una sesión especial entre senadores demócratas y republicanos para debatir y analizar los movimientos que lleva a cabo el país conducido por Mahmud Ahmadinejad principalmente en Venezuela, Bolivia y Cuba.

Tras la reunión de los parlamentarios yankees, el senador demócrata Robert Menéndez dijo que “todo esto demuestra que Irán quiere tener cada vez mayor influencia en Latinoamérica”, y subrayó que “el mundo no puede aceptar que Irán tenga un arma nuclear”.

El propio presidente Barack Obama dijo el pasado 6 de marzo que Estados Unidos “no tolerará” que Irán desarrolle armas nucleares, poco después de que el secretario de Defensa, Leon Panetta, advirtiera que Washington tomará acciones militares para evitar que la república islámica desarrolle armamento nuclear si las gestiones diplomáticas fallan.

Las encuestas y la opinión pública sobre un enfrentamiento bélico serán muy importantes para que Obama defina las acciones contra Irán durante estos meses, teniendo en cuenta que se acercan las elecciones presidenciales. Los conservadores, que aún disputan la candidatura que representará en la contienda al partido Republicano, tienen una postura pro bélica explícita que se constituyó en un eje proselitista. El precandidato Mitt Romney, ex gobernador de Massachusetts, dijo que si es elegido presidente no usaría sólo la diplomacia para persuadir a Irán para que desmantele su programa nuclear, sino que, afirmó: “estaríamos listos para usar nuestro poder militar”. La preocupación del arco político-militar de Estados Unidos se centra especialmente en que Irán esté aprovechando su creciente presencia en Latinoamérica para extraer uranio en países como Bolivia y empezando a desarrollar una carrera nuclear en el continente. También sostienen que los países latinoamericanos que están “colaborando” con Irán se arriesgan a ser sancionados por EE.UU. y a entrar en la lista de “patrocinadores del terrorismo”.

Las guerras mundiales hicieron rodar el andamiaje industrial militar norteamericano, convirtiéndose en la circunstancia ideal para la reactivación económica; un eventual conflicto bélico a gran escala podría ser nuevamente el motor de la economía yankee. La crisis desatada en 2009 no solo afectó a Estados Unidos. Europa mira de reojo el conflicto, y el recambio político obligado, producto del colapso financiero, llenó al viejo continente de líderes provenientes de la derecha, cuya alineación con las políticas exteriores yankees es obsecuentemente carnal.

Amer-iranos

La EENI, escuela de negocios especializada exclusivamente en comercio internacional,  afirma que el país conducido por Mahmoud Ahmadinejad ocupa el cuarto puesto mundial en diversificación de productos agrícolas; es el segundo productor de petróleo y gas en todo el globo y se posiciona entre el cuarto y noveno puesto en la producción de zinc, plomo, cobalto, aluminio, manganeso y cobre sobre la tierra. Además, destaca que 233 proyectos de ingeniería han sido ejecutados en 33 países por empresas iraníes en los últimos 10 años, respaldados, también diplomáticamente, por las otras dos potencias opositoras. Serguei Lavrov, ministro ruso de Relaciones Exteriores, señaló: “Nos preocupan las informaciones, cada vez más frecuentes, que revelan que la posibilidad de una acción militar contra Irán es seriamente considerada”. China también alza su voz: “No aprobamos el recurso fácil de la amenaza del uso de la fuerza”, dijo el vocero de la cancillería china, Yu Jiang. Así, quedan claras las fracturas que hay entre los cinco miembros con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que son Estados Unidos, Rusia, China, Francia y Gran Bretaña, en el marco del avance internacional de Irán.

Tal es el avance, que se mueve, inclusive, por el fondo de nuestros ríos. Según un informe realizado por Abraham Ender, periodista e investigador argentino “explotar uranio en Bolivia para exportar a Irán presupone contaminar recursos hídricos claves de nuestro país para que el tercer exportador mundial de petróleo, consuma una supuesta ‘energía limpia’ (energía nuclear)”.
En el mismo texto, datos aportados por el ingeniero geógrafo Marco Montoya, señalan que Bolivia cuenta con 100 mil hectáreas habilitadas para trabajar a cielo abierto. La reserva probada, según el diario El Deber del 30/8/2010, es de 140 mil toneladas de uranio de alta ley, que se extienden en dirección sur, por la Cordillera de los Frailes hasta el salar más grande de América, en Uyuni. Y es de estratégica posición para el desarrollo del mapa minero árabe, cuyo eje mediático se centra en el litio, pero en realidad hurga en la nariz buscando el moco nuclear de uranio.
“En el lugar exacto donde se concentran las formaciones de uranio se instalará una fábrica de cemento, que aprovecharía la piedra caliza potosina, según los convenios firmados con Irán. Allí corren las aguas del río Marques, Sevaruyo y Coroma, que desaguan en el lago Poopó (Oruro) cuya área de captación abarca unos 22 mil Km2. Otros innumerables ríos pequeños nacen de la Cordillera de Los Frailes y son afluentes de los ríos mencionados. Sobre la ladera oriental de dicha cordillera, muchos otros sirven de afluentes al río Pilcomayo, que forma parte de la cuenca Paraná – Plata y es frontera natural entre Argentina y Paraguay. A lo largo de la cuenca habitan aproximadamente un millón 500 mil personas (un millón en Bolivia, 300 mil en Argentina y 200 mil en Paraguay)”, explica Abraham Ender en el informe titulado Uranio y agua de Bolivia para Irán.

Y la lluvia que cae en esas tierras es el agua que sale por la canilla de la pieza apenas revocada donde se escribe esta crónica. Frente a las últimas semanas de intensas precipitaciones en los valles del sur boliviano, el río más acaudalado del norte argentino, el Pilcomayo, desbordó en reiteradas oportunidades. A casi dos mil kilómetros del puesto donde usted compró esta revista, donde no llega ni la Corpo ni la Mierda Oficialista, familias argentinas son evacuadas, una y otra vez, desde diciembre hasta marzo. Parajes como Las Vertientes y Aguas Verdes, entre otros, son testigos especiales de la conexión hídrica entre Bolivia y Argentina. Serán, tal vez, los grandes y peronistas depósitos de módulos alimentarios observadores privilegiados de un cambio bélico e inminente: según cables informativos filtrados por WikiLeaks, Irán busca uranio en Venezuela y Bolivia, por lo menos, desde el 2006. Según Barack Obama, Estados Unidos no permitirá que prolifere el desarrollo nuclear de Irán.

*Desde Salta. Publicado originalmente en revista Dr. Gonzo (Capital Federal) en el año 2014.


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