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En Salta se siguen 💩 en los árboles (y en el futuro)


Hoy arrancaron de la tierra un árbol hermoso. Fue en la calle Leguizamón al 360, entre Pueyrredón y Deán Funes. Los vecinos denunciaron la poda irregular a la Municipalidad, a la Policía y a organizaciones ambientalistas. Nadie lo pudo impedir.

La agenda ambiental no es solo ecología de cotillón ni militancia posmoderna en las redes sociales. La agenda ambiental es política, social y también económica.
Cuando se habla de medioambiente no se habla ya solamente de comprometer la vida de las generaciones del futuro, la incumbencia es directa para las generaciones del presente: Hoy, ahora mismo, el cambio climático, producto de la destrucción del medioambiente, está generando muertes, enfermedades, hambrunas y tragedias en la naturaleza a gran escala.

Sin embargo, en Salta, esto le importa a muy pocos. Y no se trata solamente de la inacción de la Justicia en relación a los desmontes colosales que después se traducen en sequías, inundaciones y comunidades aisladas o respirando glifosato; o la vista gorda a la megaminería extractivista que acapara, envenena y derrocha el agua.

No se trata tampoco, y solamente, de la falta de reflejo de la dirigencia política que poco advierte sobre el conflicto y casi nada propone para generar nuevas y mejores políticas públicas de sustentabilidad.

Lo cierto es que en Salta aplica aquella frase del lunfardo, que reza que los pueblos tienen los gobiernos que se merecen.

Qué podemos esperar de una sociedad cuyas empresas químicas y frigoríficas descartan residuos y venenos en los lechos de los ríos.

Qué podemos esperar de una sociedad cuyos “desarrolladores“ desmontan cerros enteros y secan ríos para construir barrios privados y exclusivos.

Qué podemos esperar de una sociedad cuyos inmobiliarios revientan el macrocentro salteando normas y corrompiendo concejales para que aprueben sus edificios inviables.

Qué podemos esperar de una sociedad que se horroriza ante la construcción de ciclovías en las avenidas para alentar el uso de la bicicleta.

Qué podemos esperar de una sociedad cuyos peatones inundan las veredas y las calles con envoltorios de golosinas y colillas de cigarrillos.

Qué podemos esperar de una sociedad que se enorgullece de sus paisajes, pero cada vez que los visita les revolea bolsas y botellas vacías de cocacola o cerveza.

Qué podemos esperar de una ciudad en la que sus vecinos arrancan árboles de la vereda porque molestan o desprenden muchas hojas en otoño.

Felicidades a los dueños de la propiedad de Leguizamón al 360. Sin el árbol, la fachada les quedó hermosa. 


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