Los sospechosos son vecinos del barrio y ambos reconocieron que tenían un contacto habitual con la víctima, una versión que refuerza la hipótesis que investiga la policía sobre un crimen pasional.
El crimen de Luquin conmueve a toda la comunidad Carmelita, a los vecinos y el Instituto Nuestra Señora del Carmen, que depende de la parroquia, decretó un día de duelo. Este lunes a la noche hubouna marchadesde la casa del diácono hasta la iglesia.
Mientras tanto, los investigadores intentan unir todos los indicios que hallaron en la casa para dar con el homicida. Lo primero que determinaron es que no se trató de un crimen predeterminado sino de un ataque que “surgió en el momento”, que la víctima conocía a su asesino y que se defendió.
Los peritos no detectaron que los ingresos al domicilio hayan sido violentados y descubrieron que un juego de llaves había quedado colocado en la reja del frente. Todo estaba en orden, salvo por la habitación principal, que estaba revuelta y se convirtió en la escena del crimen.
Los investigadores encontraron dos vasos con gaseosa, otro indicio que apuntaba a que Luquín conocía a la persona que lo mató. Las huellas dactilares que levantaron de los vasos podrían ser claves para esclarecer el crimen.
En tanto, la última persona que había chateado con el diácono a través de Messenger horas antes de que fuera asesinado, declaró y recuperó su libertad.
La autopsia reveló que Luquin lo golpearon en la cabeza con tanta fuerza que le fracturaron el cráneo. Además, le dieron cinco puñaladas, una de ellas en el cuello. El traumatismo y la herida en la arteria carótida fue mortal.
“El asesino golpeó a Luquin con brutalidad con un velador y una barreta, que tenían rastros de sangre. Y lo atacó con lo que tenía a mano: un cuchillo para tajearlo y apuñalarlo en cinco lugares distintos: el cuello, los brazos y la panza”, detallaron los investigadores.
Desde un principio, se descartó la hipótesis del robo y la investigación está orientada a que algo sucedió entre la víctima y su asesino que desencadenó el ataque en el interior de la habitación, donde el cuerpo fue hallado desnudo y envuelto en sábanas.
El cuerpo de Luquin fue descubierto por su sobrino el domingo al mediodía luego de que le llamara la atención que no hubiera ido a la misa de las 8 del domingo. La última vez que lo habían visto fue en la parroquia Nuestra Señora del Carmen tras la homilía vespertina del sábado.