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La pena de muerte no soluciona nada: es solo marketing barato (y antiguo)


AGENCIA AFP

Con la reaparición del debate en la opinión pública, la prestigiosa ONG Amnistía Internacional volvió a difundir un completo informe que derriba por completo el mito de la Pena de Muerte como solución a los altos índices de violencia y delincuencia en una comunidad.

¿Qué tipo de países utilizan la pena de muerte?

China es el país donde más se ejecuta la pena de muerte

¿Por qué es un fracaso la pena de muerte en los países donde se aplica?

Es irreversible y se cometen errores. La ejecución es la máxima pena y es irrevocable: nunca se puede descartar el riesgo de ejecutar a personas inocentes. Por ejemplo, desde 1973 más de 160 personas condenadas a muerte en Estados Unidos fueron posteriormente exoneradas o liberadas tras haberse demostrado su inocencia. Otras personas han sido ejecutadas pese a la existencia de serias dudas sobre su culpabilidad.

No disuade contra el crimen. Los países que mantienen la pena de muerte suelen afirmar que es una forma de disuasión contra la delincuencia. Sin embargo, esta postura ha sido desacreditada en repetidas ocasiones; no hay pruebas que demuestren que sea más eficaz que la cadena perpetua a la hora de reducir la delincuencia.

Suele emplearse en sistemas de justicia poco imparciales. En muchos de los casos registrados por Amnistía Internacional, las ejecuciones se consumaron tras juicios manifiestamente injustos, en los que se emplearon pruebas obtenidas bajo tortura y no se facilitó asistencia letrada adecuada. En algunos países la pena de muerte es preceptiva para determinados delitos, con lo que los jueces no pueden analizar las circunstancias del delito ni las de la persona acusada antes de dictar condena.

Es discriminatoria. El grueso de la pena de muerte recae, de manera desproporcionada, sobre personas de entornos socioeconómicos desfavorecidos o pertenecientes a minorías raciales, étnicas o religiosas. Éstas tienen, por ejemplo, acceso limitado a representación legal o se encuentran en situación de desventaja ante el sistema de justicia penal.

Se usa como herramienta política. Las autoridades de algunos países, como Irán y Sudán, usan la pena de muerte para castigar a opositores políticos.

En Canadá, por ejemplo, la tasa de homicidios por 100.000 habitantes descendió de un máximo del 3,09 en 1975, año anterior a la abolición de la pena capital por asesinato, al 2,41 en 1980, y desde entonces ha seguido disminuyendo. En 2003, 27 años después de la abolición, la tasa de homicidios era de 1,73 por 100.000 habitantes, un 44 por ciento menor que en 1975 y la más baja en tres decenios.

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