Sebastián Romero, condenado por atacar el Congreso con un mortero casero en 2017, volvió a hablar públicamente. Vive en Rosario, dice que su auto se rompió y que, pese a haber cumplido su pena, sigue siendo vigilado por las autoridades.
Sebastián Romero, más conocido como el “Gordo Mortero”, volvió a ser noticia tras romper el silencio en una entrevista con Cadena 3 Rosario. El dirigente de izquierda, que se volvió célebre en diciembre de 2017 cuando un video lo mostró disparando un mortero casero contra la Policía durante las protestas frente al Congreso, aseguró que hoy sobrevive con trabajos ocasionales y que sigue siendo objeto de persecución política.
Romero cumplió su condena y recuperó la libertad hace dos años, pero afirma que todavía siente el peso del estigma. “Estoy desempleado. Trabajaba como chofer de aplicación, pero se me rompió el auto y ahora no tengo ingresos estables”, contó. Según relató, aún en la calle muchos lo reconocen por su apodo, aunque confesó que con el paso de los años cambió físicamente: “La gente con memoria fotográfica todavía me identifica y me pregunta si soy yo”
Lejos de mostrar arrepentimiento por su participación en las protestas del 18 de diciembre de 2017, Romero defendió su accionar. “Es un derecho de todos los trabajadores defenderse de la represión policial cuando están pidiendo un derecho genuino”, afirmó. En esa línea, ratificó su identidad como militante de causas sociales: “Soy un obrero que siempre luchó por los derechos de los trabajadores”.
El referente de izquierda denunció que continúa siendo hostigado por el Gobierno, a pesar de haber cumplido con la pena judicial. “Me hacen un seguimiento telefónico, me llaman y tengo que decir dónde vivo, qué estoy haciendo. Es una forma de persecución”, señaló.
Actualmente, Romero asegura estar comprometido con reclamos sociales en Rosario. Uno de los movimientos en los que participa es el de los “Vecinos sin Agua de la Zona Oeste”, integrado por familias que llevan más de un mes sin servicio. “La gente no puede vivir sin un derecho tan básico. Esa es la verdadera violencia”, denunció.
También fue crítico con la gestión de Javier Milei y con las políticas de los últimos gobiernos. “No hay mayor violencia que quitarle un derecho a los trabajadores. Por eso, es necesario salir, organizarse y ser conscientes de que esto no es casualidad, sino el resultado de decisiones políticas nefastas”, remarcó.
El caso de Sebastián Romero marcó un antes y un después en las protestas sociales de la última década en Argentina. En 2017, durante la votación de la reforma previsional del gobierno de Mauricio Macri, su imagen disparando un mortero casero contra las fuerzas de seguridad se viralizó y lo convirtió en símbolo de la violencia en las manifestaciones. Tras un extenso proceso judicial, fue condenado y cumplió con la pena impuesta.