El doctor Alexandre Olmos Torres asegura que el pan congelado transforma parte del almidón y reduce el impacto en la glucosa.
El pan sigue siendo protagonista en la mesa: desayunos con tomate y guisos.
A pesar de su arraigo, muchas personas lo restringen por miedo a subir de peso. Un médico especialista propone una solución sencilla que permite conservar el alimento y, al mismo tiempo, reducir su impacto sobre el organismo.
El truco está en la congelación
En un video publicado en Instagram, el doctor Alexandre Olmos Torres recomienda un gesto doméstico: ‘’¿No congelas el pan antes de comerlo? Deberías empezar a hacerlo’’.
Según el médico, esa práctica no sólo evita desperdicios, sino que modifica la estructura del almidón del pan, con consecuencias relevantes para la digestión y la respuesta glucémica.
Al congelar y luego descongelar el pan, parte del almidón se transforma en almidón resistente, explica el especialista.
A diferencia del almidón habitual, este no se digiere en el intestino delgado y llega al colon, donde actúa como prebiótico. Ese proceso favorece a la microbiota y cambia la forma en que el cuerpo procesa los carbohidratos del pan.
Menos azúcar, más saciedad
Olmos remarca que ese cambio en la estructura del almidón ‘’genera menos picos de glucosa’’ porque ‘’no se absorbe completamente’’.
Como consecuencia, la cantidad de calorías aprovechadas por el organismo disminuye. Además, el pan tratado ofrece más sensación de saciedad, lo que ayuda a controlar el apetito y a reducir la ingesta global de kilocalorías durante el día.
El especialista también destaca el beneficio para la salud digestiva: al actuar como prebiótico, el almidón resistente alimenta bacterias beneficiosas. Desde el punto de vista práctico, congelar porciones y descongelar al tostarlas o calentarlas en horno evita texturas desagradables y permite mantener el pan en consumo semanal. Es un recurso económico y fácil de aplicar en casa.
Además de la ventaja metabólica, el pan congelado es una buena herramienta contra el despilfarro: se conserva mejor y evita el moho. Para conservar nutrientes y lograr almidón resistente, conviene cortar en porciones antes de congelar y consumir tras la descongelación a temperatura ambiente o tostado. El pan congelado mantiene sabor y reduce desperdicio.




















