El dato surge de la Encuesta de Condiciones de Vida correspondiente al primer semestre de 2025, que advierte sobre el retroceso en la cobertura de los servicios y revela un empeoramiento en las condiciones habitacionales de los hogares urbanos.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) publicó los resultados de la Encuesta de Condiciones de Vida correspondiente al primer semestre de 2025, y el panorama no deja dudas: una de cada dos familias argentinas enfrenta carencias en el acceso a servicios públicos esenciales como el agua corriente, el gas natural o las cloacas.
Los datos muestran que, pese a los avances de los últimos años, el deterioro en la infraestructura básica urbana volvió a ganar terreno. De acuerdo con el relevamiento, el 90,6% de los hogares dispone de agua de red, el 65,7% tiene conexión a la red de gas natural y el 73,1% cuenta con desagüe cloacal. Esto significa que el 46,2% de los hogares carece de al menos uno de estos servicios, y que las condiciones de vida se tornaron más desiguales en buena parte del país.
En comparación con los datos de 2022, el acceso al agua corriente mostró una leve mejora, pero el gas natural y las cloacas registraron retrocesos: la cobertura del gas cayó 3,5 puntos porcentuales y la de cloacas se redujo 0,9 puntos. Así, mientras la red de agua mantiene un alcance estable, los otros dos servicios evidencian un estancamiento que golpea con mayor fuerza a las zonas más vulnerables.
Una brecha urbana que crece
El informe del INDEC señala que solo el 53,8% de los hogares accede simultáneamente a los tres servicios, una proporción que se redujo respecto de los últimos tres años. Este deterioro, según el organismo, tiene múltiples causas: desde la falta de inversión en obras de extensión de redes hasta las dificultades económicas de los hogares para costear las conexiones domiciliarias.
Las disparidades regionales también son significativas. En el Área Metropolitana de Buenos Aires, el acceso al gas natural supera el 80%, mientras que en el Noroeste y el Nordeste argentino gran parte de las familias sigue dependiendo de garrafas o leña para cocinar y calefaccionarse. Algo similar ocurre con las cloacas: los grandes centros urbanos concentran la infraestructura, pero las zonas periféricas aún dependen de pozos o sistemas precarios.
Viviendas hacinadas y barrios degradados
Más allá del acceso a los servicios, el relevamiento también analizó las condiciones habitacionales. El 1,8% de los hogares urbanos se encuentra en situación de hacinamiento crítico, es decir, con más de tres personas por cuarto. Esto equivale a unos 186.000 hogares donde viven más de un millón y medio de personas, en su mayoría de bajos recursos.
Además, el estudio detectó que el 5,1% de los hogares se encuentra a menos de tres cuadras de un basural, y que el 9% vive en zonas inundables. Estos indicadores ambientales y sanitarios muestran otro costado de la desigualdad: los sectores más pobres son los que más padecen los efectos de la contaminación y las inundaciones.
Al cruzar las variables por nivel de ingresos, el contraste es evidente. El 18,6% de las personas en situación de indigencia habita en áreas inundables, y el 9,1% de los pobres vive cerca de basurales, frente a solo el 4,6% y el 7,4% respectivamente entre los sectores no pobres.
Los datos del INDEC permiten dimensionar el problema: no se trata solo de falta de obras, sino de un proceso de fragmentación urbana que profundiza las desigualdades y limita el acceso a derechos básicos. En las últimas décadas, el crecimiento poblacional en los bordes de las ciudades avanzó más rápido que la expansión de las redes de servicios, lo que dejó a miles de barrios en una situación de vulnerabilidad estructural.
El acceso a agua, gas y cloacas no solo implica bienestar o comodidad, sino también salud pública, desarrollo social y dignidad. Por eso, los especialistas advierten que revertir este deterioro demandará políticas sostenidas, inversión en infraestructura y planificación urbana a largo plazo.




















