El dictador venezolano oficializó la celebración para el 1° de octubre en un contexto de violencia política y represión.
En un nuevo gesto simbólico irracional que se convirtió en tradición, el presidente venezolano Nicolás Maduro anunció que este año la Navidad comenzará el 1° de octubre. “Está llegando septiembre y ya huele a Navidad. Y por eso este año, en homenaje a ustedes, en agradecimiento a ustedes, voy a decretar el adelanto de la Navidad para el 1° de octubre. Llegó la Navidad con paz, felicidad y seguridad”, explicó durante una emisión televisiva oficial.
Esta no es la primera vez que Maduro recurre a esta fórmula. Desde que asumió el poder, adelantó de manera recurrente la Navidad y trasladado su inicio al menos un mes antes, en una maniobra que fue interpretada como una estrategia para distraer a la población y generar una atmósfera de optimismo frente al creciente malestar.
Críticos internos y religiosos cuestionaron el uso político de la festividad. La Conferencia Episcopal de Venezuela expresó su rechazo con contundencia: “La Navidad es una celebración de carácter universal… no debe ser utilizada con fines propagandísticos ni políticos particulares”, manifestó tras el anuncio.
La medida se produce en un contexto de fuerte repudio internacional por el régimen de Maduro. Tras las elecciones presidenciales de julio —marcadas por denuncias de fraude, represión e incluso órdenes de captura contra opositores—, la celebración tempranera es vista como una maniobra distractiva para desviar la atención de la crisis política y social.