El Gobierno busca evitar una corrida como la de 2018 y refuerza el colchón financiero ante la tensión política tras la condena a Cristina Kirchner.
La condena a seis años de prisión e inhabilitación perpetua para ejercer cargos públicos que recibió Cristina Kirchner reactivó múltiples alertas en el escenario político y económico. Si bien el kirchnerismo apuesta a una reacción popular que frene la posibilidad de que la exmandataria quede presa, en el equipo económico reconocen otro riesgo latente: que estalle una crisis cambiaria como la que le costó el poder a Mauricio Macri en 2018.
Aquella experiencia es aún fresca en la memoria de muchos. Pese a haber ganado cómodamente las elecciones legislativas de 2017, el Gobierno de Macri no logró contener una fuerte corrida cambiaria que derivó en un abrupto salto del dólar, un pedido de rescate al Fondo Monetario Internacional y, más tarde, en la derrota electoral de 2019.
Por eso, con ese antecedente a la vista, los hombres de confianza de Luis Caputo –entre ellos el presidente del Banco Central, Santiago Bausili, y el secretario de Finanzas, Pablo Quirno– activaron en las últimas semanas una serie de medidas para blindar al Gobierno ante un eventual escenario de crisis.
Uno de los movimientos más significativos fue la firma de un nuevo repo con bancos internacionales por USD 2.000 millones, que se suma a la reapertura del Bonte 2030, un bono en dólares que permitió reforzar las reservas. Con estas operaciones, el stock total de divisas en el BCRA cerró la semana por encima de los USD 40.000 millones, un número que actúa como amortiguador frente a vencimientos clave, como el pago de USD 4.500 millones previsto para el próximo 9 de julio.
En paralelo, el equipo de Finanzas aprovechó la licitación de bonos en pesos para absorber liquidez del mercado y utilizar parte de esos fondos para recomprar bonos en dólares (como el AL30), quitando presión al tipo de cambio financiero.
La estrategia, en resumen, apunta a consolidar tres pilares: aumento de reservas, control estricto del gasto monetario y reducción de la deuda en moneda extranjera. Todo con un objetivo en mente: evitar que una nueva crisis erosione el capital político del oficialismo en la recta final hacia las elecciones de octubre.
Pero además del blindaje financiero, el equipo económico celebra otro logro: la inflación de mayo se ubicó en 1,5%, por debajo de las estimaciones privadas. Si bien algunos rubros como alimentos y bebidas crecieron apenas un 0,5%, otros como bienes subieron 2,7%. La inflación núcleo fue de 2,2%.
De todos modos, las consultoras advierten que el dato de junio podría mostrar una leve suba, en especial por el repunte en alimentos. La consultora LCG, por ejemplo, midió un alza del 1,7% en la segunda semana del mes, con fuertes aumentos en aceites (6%), verduras (4%) y carnes.
Más allá de los logros macroeconómicos, el desafío sigue siendo que la desaceleración inflacionaria llegue al bolsillo. Según Focus Market, el consumo masivo cayó 3,2% interanual en mayo y 0,9% respecto a abril. El control de paritarias, combinado con una política fiscal más dura, está enfriando la demanda interna.
“Bajar la inflación no implica una mejora automática del poder adquisitivo, especialmente para la clase media. Aún con inflación mensual moderada, la suba de servicios y tarifas limita el consumo”, explicaron desde la consultora.
En este contexto de fragilidad, el oficialismo también ve una oportunidad. La salida de Cristina Kirchner de la escena electoral podría beneficiar sus chances en las presidenciales. La atención de los inversores se trasladó del 7 de septiembre, cuando se realizarán elecciones provinciales, al 26 de octubre, fecha clave para el futuro político del país.
Mientras tanto, el interés extranjero por activos argentinos mostró señales de recuperación: un grupo de fondos internacionales compró el 8% del Grupo Financiero Galicia por USD 600 millones, y petroleras acordaron un financiamiento por USD 1.700 millones para un oleoducto que potenciará Vaca Muerta.
La estabilidad sigue siendo frágil, pero el equipo económico cree que, con reservas altas y una política monetaria firme, puede evitar que se repita el colapso que en 2018 cambió el rumbo político del país.